23 de marzo de 2015

El síndrome Carlsen

Todo aquella persona metida en este mundillo del ajedrez, está enterado de todo lo relativo al número 1, de todos sus records, de su actual reinado en el ajedrez mundial con tan sólo 24 años. En lo que respecta a esta crónica, nos detendremos en los records de preocidad y más en concreto en cómo afectan estos records a los niños que juegan al ajedrez, y en especial a sus padres.







A todo padre que se precie y cuyo hijo/a juegue al ajedrez, le gustaría tener la certeza de que su hijo pudiera llegar a conseguir lo que este prodigio intelectual ha logrado, pero el ajedrez en los niños pequeños va mucho más allá de eso.

Que conste, desde un primer momento, que esta crónica no pretende criticar a nadie ni va dirigida contra nadie en concreto, simplemente es una simple opinión de una persona relacionada ya unos cuantos años con este mundo.


Para ello, vamos a enumerar algunos de los que en mi caso son los grandes pecados del padre de ajedrecista:

1. Los niños, aunque ajedrecistas, niños son: Pues eso, al igual que un día le apetece jugar al ajedrez, no debemos saturar al niño con torneos y entrenamientos. El niño, tiene que hacer lo que le apetezca hacer en ese momento, que para eso es un niño y nunca ser presionado por nadie para hacer algo que no quiere hacer.




2. Cómo afrontar la derrota de nuestro queridísimo hijo: Para todos aquellos padres que no saben jugar al ajedrez y sobre todo, para los que si saben, metánse en la piel de su hijo por un momento. Cada niño es un mundo, y si señores, por muy niño que se sea, perder una partida puede causar frustación en el niño, que bastante tiene con haber perdido en el tablero, como para tener que aguantar la típica charlita de su padre, que ni siquiera saber lo que es mover las piezas.




3. El dichoso ELO: Como íbamos a olvidarnos del famosísimo elo. Pues siento desilusionarlos, pero el ELO en niños, no vale para nada. Con más  o menos puntuación, sigue siendo el mismo niño el que sigue jugando y el que juega por disfrutar haciendo lo que le gusta. Siento desilusionarles, pero si sus hijos pudieran llegar al nivel de Carlsen, creánme que ya nos habríamos dado cuenta.




4. Tecnicismos desconocidos: bucholz, byes y ranking: Siento darles esta noticia, pero no. Un árbitro no puede hacer que un niño juegue contra otro ni que un niño quede por delante o por detrás de uno de sus rivales. Lo que los niños consiguen es lo que se ganan en el tablero. Y en el ajedrez, al igual que en la vida, a veces se gana, a veces se pierde y a veces se empata.



5. Competitividad entre clubes: Hagamos un ejercicio de memoria y sinceridad: ¿Alguna vez hemos visto a un niño decir "yo no quiero ser amigo de ese niño porque es de otro club"?. Los niños tienen una facilidad pasmosa para hacer amigos y relacionarse, y queremos verlo o no, son los padres los que crean sus propias rivalidades con otros clubes, para luego inculcárselo a sus pequeños, cuando cada torneo de niños, debería ser una jornada de fiesta y diversión.





Por favor, dejemos que los niños jueguen, ganen, pierdan, empaten, disfruten, hagan amigos, aprendan y hagan lo que les apetezca hacer, pero sobre todo dejemos que sean lo que son, niños.





Con cariño para todo padre, madre o tutor de ajedrecista, y en especial para los del CDA Lapuerta.
                                                                                                                                     Larry.

5 comentarios:

  1. Muy buen articulo,llevas toda la razón, es mas difícil ser padre que hijo.

    ResponderEliminar
  2. Coincido con Vicente. Me temo que cualquier padre (excepto yo, por supuesto;) se va a ver identificado con alguno de los puntos que tocas.
    Realmente bueno.

    ResponderEliminar
  3. Acabo de volver a leerlo y la segunda vez es todavía mejor. Lo de 'si su niño pudiese llegar al nivel de Carlsen ya nos habríamos dado cuenta' es de traca.
    De lo mejor que he leído en mucho tiempo.

    ResponderEliminar
  4. Mi enhorabuena por el artículo. Coincido con tu apreciación y además añado que todos los padres y monitores deberíamos ser todos conscientes de ello. Un saludo

    ResponderEliminar